A menudo adjetivizamos el sustantivo “desierto”
y lo usamos para definir situaciones cotidianas que nos transmiten tristeza o soledad. Seguro que se os viene a la cabeza alguna idea complementaria a la anterior, no trato de ser dogmático en este tema, pero seguro que los prejuicios os los dejáis en cualquier viaje.
Lo cierto es que ya he recorrido algunos
desiertos, y cada vez cae más el mito. No tiene nada de triste ni de solitario. Y es que estés donde estés, siempre ocurrirá lo mismo, lo puedes
comprobar cuando quieras, solamente has de seguir estas pequeñas instrucciones:
1.- Recorre un desierto, cualquiera del
mundo, estoy seguro que esta teoría será perfectamente demostrable en cualquier
lugar del mundo.
2.- Detente. Sin más. Quizás puedes
aprovechar para admirar el paisaje, sí ese que siempre impresiona y que deja
unas fotos tan espectaculares siempre.
3.- Espera. Cierto es que no hay mucho que
hacer en el desierto, eso no lo voy a discutir, aunque quizás este tramo se te
hará más breve de lo que crees, unos cinco minutos quizás.
4.- Sorpréndete al ver llegar a ese/esa niño,
niña, hombre, mujer en caballo, bicicleta o simplemente caminando que se detiene
a mirarte, ¿de dónde viene? ¿hacia dónde va? Nadie lo sabe.
5.- Charla, mira, descubre su sonrisa o haz
lo que quieras.
6.- Sigue tu camino y repite la operación
unos minutos más tarde para comprobar la certeza de la teoría. Siempre repite
este experimento con mente científica, recoge todos los datos que quieras, disfruta del mundo y comprueba la certeza de esta teoría.
En este, maravilloso, desafío en las dunas 2014,
lo hemos podido comprobar una vez más. Luna llena, una charla entre amigos y
cantidad de señores del desierto paseando y pretendiendo iniciar una
conversación con nosotros, en perfecto inglés siempre. Momentos mágicos el compartir experiencias y
preguntarles por su edad (momento dedicado a Vero y María). Eso sí, no entiendo
por qué se me tienen que restregar, nunca entiendo eso.
En fin, quizás descubrir este secreto le quitará
encanto a tus desiertos, aunque las imágenes que acompañan este relato, creo
hablan por sí solas. El desierto no es El Corte Inglés.
P.D.- El señor Corte Inglés debería estirarse
en Marruecos por la publicidad que le hacen. Ya lo he dicho.
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